Cantares (Joan Manuel Serrat)

Mi padre, claro. Mi padre es un tipo fantástico. Tiene sus cosas, como todos los padres. Pero es un tipo fantástico. No cree en la sinrazón del devenir de los tiempos ni en las tautologías por derecho. Es un empírico. Qué coño. Es un empírico fantastico. 

Mi padre odia la política, o eso dice. Mi padre, aunque parezca una evidencia, es de derechas. Pero sigue siendo fantástico. ¡Ah! Se me olvidaba. A mi padre le gusta -muchísimo- Estopa. Yo no lo entiendo pero es así. Lo suele llevar en su coche. Estopa. Mocedades. Mecano. Serrat. Alejandro Sanz. Sabina. 

Siento tanto punto. Lo siento. De verdad. Estoy obsesionado con El Extranjero de Camus y ahora no puedo parar de escribir así. Ya me gustaría. No puedo. Mi padre seguro que lo comprende. O no. Tampoco va a leer esto. Qué más da. 

Hay cosas en la vida que son impresionantes. Lo son porque si. Porque debe ser así. Mi padre me enseñó a Serrat, que no es Yoko Ono. Y mi padre me enseñó a Antonio Machado, que no es ¡por supuesto! Estopa. 

Cosas fantásticas. Caminos fantántiscos. Andares superlativos. 

http://youtu.be/vIEUWDYVpHg

Multiply (Jamie Lidell)

Bern entró sin llamar. Como en cualquier sitcom americana donde las puertas pueden abrirse desde fuera. Una especie de violación constante de la propiedad privada. Algo muy comunista para el Tio Sam. En fin.

Bern entró sin llamar. Quizá Nadine y O.J. Ted podrían haber preguntado de dónde venía o hacia dónde iba. No se les ocurrió. La forma de andar, de mover el cuerpo y de ser obscenamente sexy con sus gafas al estilo wayfarer detuvo toda intención de romper la magia.

Bern entró sin llamar. Tarareaba una canción que, supuse (chúpate esa Sherlock) debía estar sonando en sus cascos. «Please go under with a smile» y pensé que posiblemente era mejor dejar que aquello ocurriera. Sin más. No soy un gran filósofo pero me gusta dejar que el mérito de los acontecimientos se lo conceda únicamente el azar.

Bern entró sin llamar. Escuchaba Multiply de Jamie Lidell. Desapareció por la puerta de la cocina, claro, como un cualquier sitcom americana. Supongo que ahora no es importante saber de dónde venía, hacia dónde iba o qué demonios había hecho todo ese tiempo. Pensé que lo mejor de todo aquello es que Bern entró. Exacto: sin llamar.

 

Kaleo (Kaleo)

Soy un fanático del rock más clásico. Eso no quita que me guste experimentar y buscar o, más satisfactorio aún, encontrar grupos nuevos que me sorprendan. Es cierto que en el rock parece estar todo inventado pero este hecho no implica, en caso alguno, que no se puedan hacer las cosas bien. Es el caso del rock más frío que conozco: Kaleo.

Kaleo es una banda islandesa formada en 2.012 y cuya fama no traspasa, aún, sus fronteras. Tanto es así que para conseguir su disco debes acudir a plataformas de descarga no habituales o comprarlo, por ejemplo, en Amazon. (Hace relativamente poco desaparecieron incluso de Spotify dejando tan solo un tema)

Ya hablé de ellos en la sección “Viernes de rock&roll” presentando su tema más conocido y rockero “Rock ´n´Roller”.

Temas como “Automobile” “Glass House” “Fool” o “Pour sugar on me” ponen de manifiesto que esta banda tan joven como prometedora tiene muchísimas cosas buenas que decir.

Sin duda, músicos en su interior (hay un director de orquesta entre ellos), saben también girar e incluir un tema si no más lento, quizá un poco más intimista y sonar precioso: “I walk on water

Espero que sirva esta reseña para que os acerquéis sin miedo a un grupo nuevo que, sin saber dónde está su techo sin haber arrancado el vuelo, seguro no os deja indiferentes.

Modo Avión (Lichis)

El comandante Lichis y su tripulación (Pete Thomas, Jerry Marotta, Marc Ribot…) les dan la bienvenida. Durante el despegue, en el que el avión regateará por enésema vez al destino, iremos directos al sol y no podía ser de otra forma. Suena a rock&roll, claro. Suena a rock&roll porque es rock&roll.

Una vez el comandante lo considere, podrán desabrochar los cinturones y Salir a asustar. Pueden adentrarse en este tema y recordar discos, por ejemplo, de Tom Petty. El sonido, el ambiente y el humo presentan a un Lichis invernal, como aquellos cantantes de folk que, sin saber cómo pero si por qué, traspasan la línea.

Comiencen a disfrutar del viaje. Ya les han dado la pautas de evacuación en caso de catástrofe. Son demasiadas Horas de vuelo y siempre hay algo que hacer. Podemos comprar un disco tan solo por la portada (y si la pone a su servicio el enormérrimo Max Capdevila, es obligatorio) .

Pónganse las gafas de sol y pidan, ahora, una cerveza a la azafata. Ábranla, beban tres tragos y digan lo alto que deseen «life is beatiful«. Repítanlo tantas veces como deseen. Siéntanse como si vivieran en un wéstern protagonizado por Dylan y John Goodman. Y Tan felices.

La tripulación anuncia que están surcando el océano. Noten como las pulsaciones bajan, el tempo se agarra y sufran falta de pragmática. Quizá han bebido demasiado. Pero  no tanto como ese caballero de los Tics raros. Botas, pelo largo, barbudo, desaliñado ¡no es Billy Gibbons! pero tampoco tiene a Dios de su lado.

El comandante solicita que se abrochen nuevamente los cinturones. Van a pasar una zona de turbulencias. Tal vez Buenos Aires tatúa en el interior de quien la escucha «fugitivo de la cara oculta de la suerte».

Si miran por la ventana pueden observar ya la madrugada. Bajas temperaturas y condensación en los cristales. Un nuevo resurgir. Un día que muere y nace nuevamente, luces y sombras enfrentadas pero que no pueden existir uno sin otro. Enemigos merecidos.

No pregunten más cuándo y dónde aterrizará este avión. La tripulación no sabe nada y el comandante hace un rato que se ha echado a dormir. Disfruten del viaje mientras dura: quizá no importe tanto a dónde van ni de dónde vienen. Quizá solo importe sobrevivir mientras la vida les permita encender el Modo Avión.

 

The Shepherd’s dog (Iron&Wine)

fotoefectos.com__final_658931077298_Llevaba tiempo pensando en escribir sobre Samuel Beam (Iron&Wine). Llevaba tiempo decidiendo sobre qué LP realizar el post y no caer en los tópicos de este cantante y compositor de folk.

Descubrí Iron&Wine, como he descubierto gran cantidad de música, a través de una serie de televisión. En concreto, el capítulo final de la cuarta temporada de House. La voz, la guitarra sucia, la letra y el ambiente que todo ello daba al momento me invitaron a ir rápido a buscar algo suyo. Tres meses después me había hecho con toda su discografía (lamentablemente cara porque en España no se vendían sus discos hasta que uno de sus temas se escuchó en la película Crepúsculo).

The Shepherd´s dog es el tercer disco de este nativo de Carolina del Sur y se publicó en 2.007.

Me enganché a White tooth man como si no hubiera un mañana. Había algo oculto y, casi, tenebroso en ese tema. Carousel o Innocent Bones daban un giro en mitad del disco y dejaban paso al famoso tema Boy with a coin.

Resurrection Fern es, sin lugar a dudas, la canción más simple pero completa del disco (y diría de su carrera). Sin cambios de ritmo y una letra que tampoco acompaña a llevarnos al más allá se levanta este gigante de casi 5 minutos de duración.

Sé que no es un artista demasiado conocido por el público de este país y es por ello que la canción que dejaré será la más famosa, para que digáis «¡anda, me suena!» y si bien es un tema espectacular, para los más puristas es motivo suficiente odiarla solo porque sale en una película juvenil (¿qué quiere que le diga, Sr. Crítico? Mi disco favorito de Tom Petty es She´s the one (post sobre el disco en este blog) y no es precisamente la BSO de una película de culto…)

Espero que, si os gusta, os adentréis en la discografía de este señor barbudo con cara de simpático porque merece -y mucho- la pena.

Balmoral (Loquillo)

Sin títuloTengo 28 años. No llevo tupé. No tengo cazadoras negras ni me pongo gafas de sol por la noche. En algún concierto he gritado “loco” y en otros “Loquillo”, independientemente de la edad que tenga la persona que me acompañe.

Loquillo ha superado –y con nota- barreras de generaciones y estilos. Ha creado himnos inconfundibles que todos cantan y corean. En 2.008 comienza su aventura en solitario (aunque siempre bien acompañado, claro, como el incondible Igor Paskual) con Balmoral.

Apoyado en grandes reconocidos como Carlos Segarra, Jaime Urrutia o Sabino Méndez, Loquillo comienza a componer el que será su disco adulto, la mayoría de edad del rock&roll: los callejones comienzan, parece, a ofrecer algo más de luz.

Pero “el Loco” no pierde la esencia. No esconde el poeta ni el villano. Nos cuela temas con su sello como Línea Clara, Balmoral o La vida es de los que arriesgan.

Es el mítico Johnny Hallyday, poniendo voz al tema Cruzando el paraíso, la guinda de un pastel lleno de recuerdos y preparativos para una batalla por venir.

Al final, Jose María Sanz, lejos –pero cerca- de los Trogloditas, no deja de ser un Loco soñador que vive, como dice en Memoria de jóvenes airados: “al norte del futuro y al sur de la esperanza”.

Con derecho a… (Rozalén)

Sin título«Mañana, dice, al salir el sol se habrá borrado -para siempre- del colchón tu olor.»

Y así comienza, con toda la fuerza que pueden traer los galopantes vientos de La Mancha, el álbum debut de Rozalén.

Recuerdo la primera vez que me enfrenté a este disco. Y sí. Digo bien. Me enfrenté. La voz de María Rozalén me dejó en fuera de juego. Fue una batalla interna. Un buen amigo dejó en la mesa su última compra: Con derecho a… y me obligó a quitar a Brenda Lee. Para mi, era ya, una enemiga en mi territorio.

Tardé medio café y dos cucharadas de azúcar en enamorarme de una mujer que nace cuatro días antes que yo. Recuerdo engancharme a ella mientras sonaba «Comiéndote a besos«. Una declaración de amor y pundonor, llevados al horizonte donde las palabras bailaban (también).
Repasamos el disco hasta en tres ocasiones. Una por desvirgarme. Otra por placer y una tercera, sinceramente, por no levantarme a preparar otro café.

Pensé, apagando un cigarro, «Las hadas existen» suena tanto a Joan Baéz. Quizá ni lo haya escrito pensando en ella y sin intenciones revolucionarias, pero ¡joder! suena tantísimo a Baéz. Lo tiene todo.

Apuro el café y esucho, por primera vez, «Alivio«. Me acaban de desnudar. Todo el rock, todas la posturas, todas las maneras y todo los límites se desploman. Quedo a los pies de una melodía tan sencilla como magnífica. Sin que ella lo sepa acaba de aparecer en el salón. Su voz se mezcla con los hielos que rompen el vaso al tragar.

Aterrizamos, al fin. Dos días después su disco está danzando entre mi colección. No hago nada sin pasar por los «Susurros de papel«, «para los dos» o «levántante«. Su disco, culpa de mi enfermiza manía de ordenarlo todo, se acuesta entre discos de los Stones y Tom Petty.

Quien siguió la consiguió, claro. ¿Quién nos iba a decir, si no, que la magia es inmortal?

7 (Platero y tu)

Sin título7 es el título del séptimo álbum de la ya desaparecida banda Platero y tú.

En 1.997 aparece el disco del grupo liderado por Fito Cabrales (actualmente en Fito & Fitipaldis). Con colaboraciones de éxito como la del saxofonista Javier Alzola o el líder de Extremoduro, Roberto Iniesta, el LP toma forma precisa y pone de manifiesto la madurez de la banda.

Juantxo Olano, Jesús García y el genial Iñaki Antón “Uoho” ponen la música de este álbum. Temas como Por mi, Si miro a las nubes, Alucinante o Al cantar abanderan el rock&roll del momento, sin aditivos ni etiquetas.

Dentro del disco encontramos un tributo a Carl Perkins con el tema Rock&roll, emulando el famoso tema del norteamericano, Blue Suede.

Un gran álbum. Un disco, en fin, alucinante.

Ooh La La (The Faces)

Sin títuloPodría empezar el año de mil formas pero pensé que ésta era la más apropiada. Comenzar el año nuevo con el último disco de estudio que publicó uno de mis grupos de cabecera: The Faces.

El disco Ooh La La sale a luz en abril de 1.973, marcando el final de la carrera de este grupo. Un final anunciado, dicen, por la alargada sombra de Rod Stewart que ya por aquel entonces se suponía enorme.

Junto a Ronnie Wood e Ian McLagan (uno de mis teclistas favoritos) artífices de la segunda generación de los Faces, deja un legado con temas como Silicone Grown, la estridente Borstal Boys, la maravilla instrumental Fly in the ointment con Ronnie Lane y la batería de Kenney Jones o el propio Ooh La La que da nombre al disco y lo cierra: compuesta por Lane y “Woody” y cantada por éste último como broche final.

El final de un grupazo para empezar un año nuevo. Antagonismos musicales tan preciosos como imperfectos.

Un día en el mundo (Vetusta Morla)

Sin títuloCuando conocí a Vetusta Morla en el año 2.009, caí en la cuenta de un grupo demasiado extraño para lo que yo solía “manejar”. A nivel instrumental sonaban muy bien, incluso fue el detonante para darles esa oportunidad. La voz (de Pucho) chocaba constantemente. Letras precisas y una historia por contar. Era una preciosa incertidumbre consolidada tras un gran concierto (en Fuenlabrada)

Un día en el mundo fue el primer álbum que editó la banda de Tres Cantos. 12 temas que parecen perfectamente ordenados al son de un relato, de idas y venidas, de amores encontrados y muertes anunciadas.

Copenhague se llevó la palma. Quizá les otorgó una fama merecida pero el LP contenía mucho más que eso. Valiente, La Marea, Año nuevo o Saharabbey road (entre otras) componen de manera armónica un idilio con el renacer del indie en este país (y digo renacer porque, pese a quien pese, el indie en España ya estaba rodando hace tiempo).

Mi historia de amor que empezó en el año 2.009 y continuó hasta este año 2.014, cuando su último no logró hacerme despegar del todo. Aunque siempre me quedarán aquellos días contados en los que no había, como dice la cancíon: ¡más que perder!