Cada año que pasa me fascino más (y más) por la figura de Slowhand (mano lenta). Los de mi generación hemos visto a un Eric Clapton explotando con un Unplugged lleno de virtuosismo y tonos tenues de voz. La imagen que tengo de Clapton es de un hombre mayor, con canas, gafas de culo de vaso y una canción tan maravillosa como vanagloriada de la cual desconocía por completo su significado: Tears in heaven. Años después descubriría que ese tema lo compuso 9 meses después de fallecer su hijo con cuatro años al caer desde un rascacielos de Manhattan. Nunca más volvió a sonar igual aquella canción para mí.
En 1.983, en plena efervescencia interpretativa de Clapton, publica un LP titulado Money and Cigarettes. Es uno de mis discos favoritos del británico. Quizá es uno de los álbum con menos trasfondo pero, a mi juicio, es uno de los que más garra tiene.
La portada del disco, mitomanías al margen, justifica lo que pudiera haber en su interior. Clatpon fuma al lado de una stratocaster fundida. En palabras del propio artista, el disco llegó en el momento en el que su horizonte palidecía entre cigarros y dinero, siendo aquello lo único que le quedaría.
Temas que luego fueron grandes éxitos como I’ve Got A Rock ‘N’ Roll Heart o Pretty Girl dan color (y guitarra) a un álbum lleno de sorpresas para aquellos que, nacidos en los 80, no conocíamos la faceta más rockera de aquel señor de pelo blanco y gafas de culo de vaso.
Ahora que anuncia que se retira de los escenarios (uno más) no podemos olvidarnos que aquel “amigo infiel” de George Harrison era capaz de hacer cosas como esta.
¡ Mano lenta también es rock&roll!